
Un cantón saturado
Santa Ana tradicionalmente un enclave residencial suburbano de clase media y alta cerca de San José ha sufrido un crecimiento explosivo en los últimos años. Según estimaciones del 2020, su población supera ya los 60 000 habitantes, con una densidad de alrededor de 934 hab/km². El fenómeno de verticalización ha despegado: numerosos condominios y edificios han emergido sin que la infraestructura: calles, acueductos, alcantarillado esté lista para absorber tanto desarrollo.
Embotellamientos crónicos
Santa Ana figura en el conjunto de cantones con tráfico intenso: según el Índice de Competitividad 2024, los conductores pierden aproximadamente entre 3 y 6 minutos por cada 100 m recorridos debido a la congestión vial.

El problema gira en torno al aumento incesante de vehículos particulares, la carencia de transporte público eficiente y la insuficiente ampliación vial.
Crisis del agua potable
El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) ha tenido que suspender o racionar el servicio en Santa Ana en varias ocasiones. Se citan cifras como 155 000 vecinos sin agua de Alajuelita, Desamparados, Escazú y Santa Ana mientras se realizaban trabajos en estaciones como Puente Mulas. En algunos sectores, los vecinos afirman recibir solo burbujas en la tubería, sin agua por varios días.

Además, la Autoridad Reguladora Aresep ajustó este junio cobros que podrían elevar hasta en 500 % las facturas de agua en condominios, lo que complica aún más la realidad económica de los residentes.
Factores detrás del colapso
- Aprobaciones apresuradas
Los desarrollos habitacionales se aprueban sin impacto claro en servicios básicos. - Infraestructura insuficiente
Las redes del AyA ya no dan a basto. Las estaciones y los tanques de agua se saturan y operan con sistemas obsoletos. - Transportes y vías congestionadas
El modelo de desarrollo enfocado al vehículo privado genera un círculo vicioso: más vía, más carros, más presas.
Santa Ana enfrenta hoy una disyuntiva crítica: o se frena el ritmo de construcciones y se fortalece la infraestructura —agua, vialidad, alcantarillado— o el colapso social será inevitable. Las voces de los vecinos reflejan una comunidad saturada y congestionada.
Otro de los principales problemas que enfrentan los residentes es el aumento del congestionamiento vial. Las principales vías del cantón, como las rutas 121 (Santa Ana – Escazú) y ruta 27, la radial Santa Ana–Lindora, y las calles internas hacia Pozos y Piedades, presentan presas constantes, especialmente en horas pico. A esto se suma la falta de un sistema de transporte público eficiente, lo que obliga a la mayoría de habitantes a depender del vehículo particular.
El crecimiento urbano también ha generado presión sobre otros servicios, como el alcantarillado, la recolección de residuos y la seguridad ciudadana. Mientras tanto, muchos proyectos inmobiliarios continúan en construcción o están por aprobarse, sin que se evidencie un plan integral para mitigar los efectos del aumento poblacional.

Vecinos y colectivos locales han comenzado a expresar su preocupación en redes sociales y espacios comunitarios, señalando que “Santa Ana ya no da para más”, y que el desarrollo debe hacerse con planificación, tomando en cuenta la capacidad real del cantón para sostener nuevos habitantes.
A pesar de que Santa Ana forma parte de la Gran Área Metropolitana (GAM), el transporte público sigue siendo limitado y poco atractivo. Las rutas de autobús existentes no cubren con fluidez el servicio de traslado de usuarios hacia la capital, los horarios son inconstantes, largas filas para abordar un autobús sumado a las interminables presas desde el oeste hacia la capital.
