Las principales vías nacionales que conectan hacia la capital, se han convertido en escenario recurrente de colisiones que, aunque en muchos casos no dejan víctimas mortales, sí generan largas filas que afectan a miles de conductores en horas pico.

Por ejemplo según datos de la Policía de Tránsito, en la Ruta 27 se reportan a diario choques menores que paralizan la circulación durante horas. Las causas, señalan las autoridades, están ligadas principalmente a la imprudencia y distracción de los conductores.

Distracciones que cuestan caro

Hablar por celular, responder mensajes, maquillarse frente al retrovisor o incluso manipular dispositivos de navegación son prácticas cada vez más comunes entre quienes transitan por la Ruta 27. Aunque parecen acciones inocuas, segundos de descuido bastan para provocar un accidente.

Las cámaras de monitoreo de la concesionaria de Globalvia y las intervenciones de la Policía de Tránsito han documentado múltiples casos de conductores que, en plena vía rápida, sostienen el volante con una mano mientras con la otra manipulan su celular. En algunos reportes también se han identificado mujeres maquillándose y hombres afeitándose mientras avanzan en las filas.

Consecuencias para todos

El impacto de estas conductas no recae únicamente en los responsables de los choques. Cada accidente, por leve que sea, bloquea al menos uno de los carriles, lo que genera embotellamientos que pueden extenderse por kilómetros.

“Es frustrante pasar más de una hora en la fila para luego ver que todo se debe a un simple choque por ir hablando por celular o haciendo otra cosa. No solo es falta de respeto, también es un desperdicio de tiempo y de recursos”, reclamó Carla Morales, vecina de Santa Ana, quien utiliza la ruta a diario para trasladarse a su trabajo en Escazú.

A esto se suman los costos económicos: combustible gastado en medio del tráfico, horas laborales perdidas y afectación al transporte de mercancías.

Un problema de cultura vial en los ticos

Para especialistas en seguridad vial, el fenómeno refleja una carencia de cultura de prevención. Aunque las multas por utilizar el celular sin dispositivo de manos libres alcanzan montos altos, la sanción parece no ser suficiente disuasorio, además de la falta de oficiales de tránsito que se encuentren destacados en la zona.